Alumna de 4º curso de Deseño Gráfico

La experiencia Erasmus ha sido una completa sorpresa para mí. Me ha ayudado a tener una perspectiva más amplia del diseño y del trabajo, tanto en equipo como individual.

Mi destino fue la ciudad de Liège; de habla francesa, es una ciudad universitaria a la cual llegan todos los días estudiantes de todas partes. A causa de esto, hay una amplia oferta de pisos y residencias muy bien repartidas, y no hay que preocuparse, si el piso queda a media hora al final se acaba agradeciendo el ejercicio.

Skyline de la ciudad belga de Lieja

La vida dentro de la escuela es larga, pero no hay tiempo para aburrirse en un espacio tan amplio donde el paseo hacia la gigantesca cafetería te despeja la mente y solo piensas en el gofre que te espera. El ritmo de trabajo era constante, pero muy experimentales; si te manchabas las manos en el proceso, mejor. Valoran mucho la implicación en clases y si muestras interés ellos también hacen el esfuerzo de que estés más integrada en clase a pesar de la barrera del idioma.

La misma escuela te ofrece un curso de francés de 4 horas semanales, donde te encuentras con alumnos en tu misma situación, lo cual se acaba agradeciendo. Ahí es donde te darán las herramientas para desarrollar mucho mejor tu situación con los alumnos francófonos, incluso acabará dándote pena irte y dejar de intentar comunicarte en un idioma diferente. Las clases son amenas y siempre hay una invitación de algún viaje en el aire. El traslado dentro de Bélgica es muy fácil y barato; en un principio la confusión es inevitable pero enseguida se le coge el truco.

Plaza céntrica de la ciudad de Amberes

Es una experiencia enriquecedora, tu capacidad de adaptación y de superación aumenta, además que aprendes una forma de trabajo diferente que te aporta una perspectiva mayor de tus estudios y de ti como diseñador.